jueves, 11 de junio de 2015

"Café y cigarrillos para un funeral"

Hola a todos.

Antes de nada, así comienza "Café y cigarrillos para un funeral":


"Faltaban pocos minutos para las dos de la madrugada del viernes día diecinueve cuando un coche se detuvo al lado de la comisaría de Ourense. Para ser exactos, el automóvil entró por el desvío que da a la fachada principal, dio la vuelta al toparse con la barrera que delimita la zona de seguridad, se reincorporó a la vía principal y, por último, tomó la calle lateral. Allí se acercó a la acera, incluso subió las dos ruedas del lado derecho encima de ella, en una zona de aparcamiento prohibido. Un detalle que a su ocupante no pareció importarle. Es posible que a aquella hora de la noche, tampoco le importase al resto de la ciudad. Nada más cesar el ruido del motor, un punto rojo con forma de colilla salió del interior del vehículo por la ventanilla del conductor. Después, unos segundos de silencio.
Al poco rato se bajó un hombre de mediana edad, de pelo negro y andar erguido. Vestía camisa elegante y pantalón a juego, combinados con unos discretos mocasines de marca. Muchos euros invertidos en un atuendo que pretendía ser informal. Dentro de su impoluta imagen, tan solo parecía desentonar una visible barba de dos días, aunque sin conseguir borrar un aspecto distinguido.
El hombre descendió las breves escaleras que dan a la puerta de guardia y se paró frente a ella. Allí encendió otro cigarrillo, con mano temblorosa. Expulsó la primera bocanada de humo y echó una ojeada hacia el interior, un vistazo fugaz, sin pretensiones, sin definir ningún foco de atención. Su siguiente mirada fue hacia una pequeña carpeta con folios que portaba en su mano derecha, justo antes de acercar la izquierda hacia la boca con intención de aspirar una segunda calada. De inmediato, vinieron la tercera, la cuarta y la quinta, seguidas. Al acabar esta, se arrimó su hombro derecho contra la pared. Apoyado, siguieron varias más. Al poco rato, un segundo punto rojo voló por los aires. Su aterrizaje en el suelo marcó el momento de pulsar el timbre.
En el interior de su garita, el agente de guardia se levantó al instante y acercó la cara al interfono, al tiempo que inspeccionaba al visitante a través de los cristales.
—Quiero, necesito hablar con un inspector —dijo este.
—¿Motivo?
Frente a la puerta, el hombre dudó un segundo. Bajó la cabeza, buscando un rayo de inspiración en la acera, y luego la levantó con decisión, casi con orgullo, como quien pretende tomar plena consciencia de las palabras que va a pronunciar.
—Algún loco me va a matar —dijo.
Aquella frase ejerció de perfecto salvoconducto para franquear la entrada. Dentro, el agente lo recibió con otra pregunta.
—¿Por qué cree que lo quieren matar? ¿Ha recibido amenazas? —preguntó con tono rutinario.
—Algo más que amenazas…"

Deciros que, después de "Muerte sin resurrección", "Café y cigarrillos para un funeral" es mi nuevo trabajo y se está publicando en serie dentro de un proyecto editorial muy interesante llamado SERIAL BOOKS. Interesante por lo que ofrece y porque está dirigido por Lourdes Díaz (ex RBA y Planeta) y en él se pretende que autor y lector puedan estar en contacto en todo momento e incluso los lectores puedan tomar parte activa en el desarrollo de las historias. Si queréis participar de la experiencia, os invito a entrar en la web de la editorial (serialbooks.org/), curiosear todo lo que queráis y, por supuesto, comenzar a leer un nuevo caso de la inspectora Eva Santiago.
Y una última cosa, es gratis.

Saludos.
Roberto.

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